Acabamos de empezar el mes de febrero, y como ya sabemos por los medios de comunicación, hemos cerrado uno de los eneros más trágicos desde que existen estadísticas oficiales de violencia de género. Ocho mujeres han sido víctimas de asesinatos por parte de sus parejas o exparejas, 8.
En el año 2004 se aprobaba la Ley de Medidas Integrales contra la Violencia de Género que colocó a España a la cabeza en la lucha contra este problema; sin embargo, centrándonos solamente en los datos de los últimos 3 años, podemos comprobar cómo en ese período de tiempo han sido asesinadas 165 mujeres.
Ante un problema de tal magnitud cuesta creer que, a día de hoy, una pequeña parte de la opinión pública tienda a minimizar el problema o traten de justificarlo (“algo habrá hecho”). Es bueno que nos detengamos en algunas de estas opiniones para ver los efectos tan negativos que tienen.
- La violencia es un problema de clases sociales bajas. La percepción es más visible en los estratos más bajos, pero la violencia contra la mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada, dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel económico, cultural o cualquier otra consideración. Cuando la víctima lleva una vida más acomodada, tiene más acceso para ser atendida de forma privada por médicos, abogados o psicólogos lo cual permite ocultar el problema, como dice el psicólogo Echeburúa. Al mismo tiempo, por experiencia desarrollada personalmente tratando a víctimas, he comprobado que las mujeres de clase alta o con estudios universitarios tienden a ocultar el hecho de estar siendo maltratadas, por vergüenza o por escuchar comentarios como “no tienes pinta de mujer maltratada”. Desgraciadamente, esto fomenta la invisibilidad del problema.
- Las víctimas tienen que haber hecho algo para provocarlo. La conducta violenta solo es responsabilidad exclusiva de la persona que la ejerce. Poner la carga en la víctima contribuye a una doble victimización y a un reforzamiento de la conducta del maltratador que utiliza el “tú tienes la culpa de mi comportamiento” para ejercer poder y control sobre la mujer.
- El maltrato es producto de alguna enfermedad mental. El maltratador no un enfermo mental. Teresa Gómez Limón, psicóloga clínica y experta en violencia de género afirma que apenas un 10% de los maltratadores padecen una patología mental. Por el contrario, una mujer sometida a violencia de forma crónica sí puede padecer patologías como depresión, ideación suicida, trastornos de ansiedad, alteración del sueño, trastornos de la alimentación, trastorno de personalidad, trastorno de estrés postraumático etc.
- Las mujeres maltratadas permanecen en esa situación porque les gusta. Muchas veces incluso los jueces por desconocimiento se preguntan por qué una víctima ha sufrido durante tantos años sin pedir ayuda o denunciar la situación que vivía. Son muchas las razones: falta de medios económicos, miedo, vergüenza, sentimientos de culpabilidad… sin olvidar la mella que hace en ella el ciclo de la violencia (ya hablamos de ello en nuestro post: Los porqués de no romper una relación de maltrato).
- El abuso psicológico no es tan dañino como el físico. las mujeres víctimas de violencia doméstica manifiestan que la humillación y el abuso emocional provocan un daño mucho más profundo y duradero que la violencia física. Y es muy cierto que la violencia psicológica constante destruye la autoestima por completo de una mujer y favorece a que se perpetúe la sumisión.
Estos puntos solamente destacan algunos de los muchos conceptos erróneos sobre la violencia de género. Dado que este problema es responsabilidad de tod@s, comenzar a erradicar los mitos por completo es un pequeño gran paso para la eliminación de esta lacra.
Elena Cedillo. Col. M-21342. Psicóloga de Generando Igualdad.