Nuestros compañer@s de Oxfam Intermón comparten en nuestro blog un post sobre usos y alternativas a un lenguaje sexista. Os leemos con atención
¿Crees que el castellano es una lengua sexista? ¿Has pensado alguna vez en que con tu forma de hablar podrías estar haciendo una discriminación de género?
En realidad, la forma en la que nos comunicamos ha evolucionado socialmente hasta privilegiar al género masculino, y esto se ve reflejado en expresiones cotidianas que seguro que has escuchado o que incluso utilizas. Por eso, hoy nos gustaría que te dieses cuenta de ello con estos ejemplos de sexismo en el lenguaje que seguro que has escuchado alguna vez y que puedes evitar:
- Uso del masculino como genérico: No es raro escuchar cómo utilizamos el plural masculino para dirigirnos a un grupo de personas. “Los alumnos”, “los trabajadores” o “los empleados” se utilizan aunque la mayoría de los que componen ese grupo sean mujeres. Como alternativa te proponemos que utilices ambas formas o “las personas trabajadoras”, por ejemplo.
- Mujeres “consortes”: En algunas ocasiones tratamos a las mujeres como apéndices de los hombres. Por ejemplo, en la definición oficial de “reina” podemos encontrar la acepción de “esposa del rey”, mientras que esa acepción no existe para la palabra “rey”. Otro ejemplo es cuando nos referimos a “las esposas de los embajadores”, cuando está claro que podemos hablar de “acompañantes”.
- Distinción en los tratamientos: ¿Alguna vez has escuchado eso de “señorita”? Para referirse a una mujer soltera utilizamos este término, mientras que si está casada le llamamos “señora”. Para el género masculino, en cambio, no existe esta distinción.
- Profesiones o cargos: Al contrario de lo que piensan muchas personas, no es incorrecto decir “la médica”, “la abogada” o “la arquitecta”. De hecho, si el cargo lo ostenta una mujer debemos utilizar estas formas.
- Degradación de profesiones: En la línea de lo anterior, hay profesiones en las que no se suele utilizar el género masculino, porque socialmente se atribuyen a una mujer. Por ejemplo, es muy común hablar de “las limpiadoras” o de “las enfermeras”, cuando podemos hablar de “profesionales de la limpieza” o “el equipo de enfermería”.
¿Has identificado alguna de estas formas como las que utilizas habitualmente? Para intentar corregirlo, debes darte cuenta de aquello que utilizas mal e introducir formas más correctas que incluyan a ambos géneros en el discurso. Pero no solo vemos el sexismo en el lenguaje a la hora de hablar de expresiones comunes, sino que en el propio diccionario hay acepciones que discriminan claramente a la mujer, como “ama de casa”, cuya acepción es “mujer que se ocupa de las tareas del hogar”, o “maruja”, que es un “ama de casa con bajo nivel cultural”. Este último término no existe en masculino.
Si quieres saber más sobre los ejemplos de sexismo en el lenguaje que utilizamos frecuentemente y conocer las alternativas que tienes para evitarlo, puedes descargarte la guía sobre el lenguaje no sexista de forma gratuita y analizar estos y otros ejemplos que seguro que te interesan. Así, no solo podrás empezar a ponerlo en práctica, sino también enseñar a tu alrededor la importancia de hablar con propiedad y sin incluir ningún tipo de discriminación.