Muchas de las mujeres que acuden a Generando Igualdad, o a otro dispositivo asistencial, más tarde o más temprano, te preguntan por la intervención psicológica de sus parejas.
El Plan Integral contra la violencia doméstica y el informe elaborado por el Consejo General del Poder Judicial en esta materia abogan por el tratamiento psicológico de los agresores como una vía de rehabilitación y de reinserción social según el artículo 1 de la Ley General Penitenciaria y el artículo 25.2 de la Constitución.
Muchas de ellas siguen conviviendo con sus parejas, pero aunque se diera la separación de las mismas, el tratamiento de los agresores es necesario para impedir una transmisión de la violencia generación en generación.
Vamos a mencionar algunas de las razones de la intervención psicológica con hombres violentos en el hogar en función de su estado civil:
Convivencia con la pareja
– Peligro de que el maltrato continúe o de que, si acabó anteriormente, aparezca de nuevo incluso con más gravedad.
– Alta probabilidad de que la violencia se extienda a otros miembros de la familia (hij@s, personas mayores, etc.). Aunque los menores no sean agredidos, se ha indicado que el ser testigo de la violencia entre los progenitores se asocia a diversos problemas conductuales y emocionales.
– Malestar psicológico del agresor, de la víctima y del resto de las personas que conviven en el hogar.
Separación de la pareja
– Acoso, hostigamiento y reiteración de la violencia.
– Relación obligada de la mujer con el agresor por diversos vínculos (familiares, económicos, sociales, etc.), que la pone en peligro de ser maltratada.
– Posibilidad de reincidencia de los malos tratos con otra mujer ya que suelen desarrollar el mismo patrón de relación violencia.
– Riesgo de homicidio contra la ex-esposa.
El objetivo del tratamiento debe basarse en el control de la violencia física, sexual y psicológica, pero…¿estos tratamientos son efectivos?
Los tratamientos psicológicos ofrecen una vía complementaria y necesaria a las medidas judiciales, mostrando la eficacia de la terapia y arrojando resultados esperanzadores para la violencia de género. Las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años muestran que una de las ventajas de estos tratamientos es que favorecen la superación de los mecanismos de defensa (negación, minimización y justificación de la violencia) debido a que el hombre maltratador se da cuenta de que su caso no es único y su grado de colaboración puede mejorar.
Además, estos tratamientos también influyen en el bienestar de las víctimas como demuestra el estudio de Dobash et al. (1996). En éste, tras la aplicación del programa de intervención, se obtuvo que las víctimas referían sentirse más tranquilas y menos temerosas después de la intervención. En otro estudio de Gondolf (1997) el 72% de las mujeres referían sentirse más seguras, y el 64% negaban la posibilidad de nuevos episodios violentos, en un seguimiento de 15 meses.
Por todo ello, no se debe considerar el maltrato como irreversible, “como si fuera una bola de presidiario a la que se está irremisiblemente enganchado” como dice el profesor Echeburúa.
Las cadenas se pueden romper con trabajo, persistencia y lucha, pero con ayuda ya que es un camino largo y costoso.
María Ocete
Psicóloga de Generando Igualdad Col. M-25419