50 Sombras de Grey…¿el ideal de la violencia sexual?

 

Recién estrenada la película 50 Sombras de Grey, de la escritora E.L. James, se han publicado numerosos estudios a través de los que se alertan de que, en parte, contribuye a perpetuar la violencia de genero.

No voy a hacer una crítica cinematográfica sobre la calidad de la película, cada uno que haga la suya; pero sí un análisis desde la realidad de la violencia de género, la lectura de la película con otros ojos, más allá del glamour que la envuelve.

Hay que partir de una premisa que tiene que haber en el sexo y en cualquier relación: el sexo debe ser siempre consentido y cada uno debe poner sus propios límites, que deben ser respetados.
En este caso, se presenta el dolor y la sumisión como erótico e incluso romántico.

 

 

Desde un enfoque de violencia de  género, se parte de una relación de poder desigual, de dominación y de control por parte de Grey hacia Anastasia, protagonistas de la película.

Por “amor” empieza a controlarla: dónde va, con quién está,  aislándola de sus amistades, controlando sus expresiones y gestos, qué comer, qué beber, no fumar, qué anticonceptivos debe usar…todo disfrazado de seducción, belleza y… dinero.

Coloca a la mujer como un mero objeto sexual, esclava y pasiva frente al hombre poderoso, atractivo y activo. No es ni mucho menos una mujer independiente, fuerte, con capacidad de decisión, no es una “igual” frente al hombre. El famoso contrato sexual que Grey le hace firmar a ella no le gusta, pero por complacerle, ¿por amor?, cederá a sus deseos.

Lástima es llevar tantísimos años luchando para la eliminación de los roles masculinos-femeninos, para que de nuevo y ante el éxito de la novela/película se concluya con que lo que de verdad nos gusta a las mujeres es que nos  controlen, nos humillen, nos manipulen.

“No soy sádico, soy un hombre dominante. Quiero que tú quieras complacerme. Tengo reglas y quiero que tú las sigas y las acates. Son para tu beneficio y para mi placer. Si las cumples para satisfacerme, yo te recompenso. Si no, tendré que castigarte y aprenderás”.

Volviendo a la premisa del principio: Sí sexo, ¡¡por supuesto!! Eso sí, consentido, con límites respetados y en condiciones de igualdad.

 

Elena Cirerol

Abogada en Generando Igualdad

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