Me viene a la mente el título de una película que hace poco volvieron a reponer en televisión y que en su día, quizá por no tener un conocimiento más profundo del problema de la violencia de género, no llegue a entender en toda en su dimensión.
Me quedé pensando en el título y en todo lo que encierra.
Efectivamente las personas que son víctimas de violencia de género duermen y conviven con su enemigo, un enemigo silencioso de puertas para fuera porque la imagen que da de cara a terceros nada tiene que ver con la realidad de lo que ocurre en el seno de su hogar.
Un hogar donde tanto la mujer como l@s niñ@s, si los hay, viven en una atmosfera de miedo y terror que tampoco se atreven a denunciar por miedo al agresor, por miedo a que no les crean, por miedo a perder a sus hijos, por miedo a no saber seguir adelante y definitiva por miedo a todo lo que les rodea, porque la situación ha provocado la destrucción total de su autoestima de tal manera que no se creen capaces de afrontar la situación.
La realidad es que nos encontramos ante un enemigo cobarde donde todas sus acciones se llevan a cabo de manera clandestina, donde no hay testigos, salvo los hijos, y prevaliéndose del miedo que despierta en sus víctimas; sin embargo, paradójicamente, en un porcentaje muy alto, las mujeres les consideran personas muy inteligentes capaces de anticiparse a cualquier movimiento que ellas puedan hacer lo que les provoca una mayor ansiedad.
Tal es su cobardía que lo peor que les puede suceder es que terceras personas puedan conocer su gran secreto. Por ello, de cara a ellas, serán el vecino encantador, el amigo ideal, desconociendo todos ellos el infierno que realmente encierra su hogar. En cambio, las mujeres víctimas, en un gran número de ocasiones, serán consideradas por los vecinos y conocidos como raras, huidizas y poco sociables pero lo que desconocen es la advertencia realizada de sus parejas si les ven hablando con terceras personas y por supuesto nada de vida social o deberán atenerse a las consecuencias
No nos encontramos ante un enemigo que respete las reglas del juego, sino que las reglas las impone él cómo y cuándo quiere, de tal manera que juega con ventaja y siempre tiene las de ganar y eso le produce una enorme satisfacción. Y mayor será cuando más consiga doblegar a su contrincante, su pareja, siendo su máximo triunfo llevarla a una situación de destrucción psicológica de tal entidad que no se atreva a moverse.
Y después de todo eso vendrán los bien intencionados o no tan bien intencionados preguntando pero “lo que no entiendo es por qué no se ha ido de casa y sigue aguantando esto, por algo será”; “Si realmente quisiera saldría de la situación”…. Es decir que la culpa de la situación que vive es suya en lugar de poner el foco el verdadero culpable: el maltratador, su enemigo pero que de cara al exterior es el “amigo ideal”
E. Castillo
Abogada