Hasta hace poco el término manspreading era desconocido para gran parte de la población, hasta que el pasado mes de junio el Ayuntamiento de Madrid lo puso en el candelero con la última campaña que ha creado para el transporte público.
Para las pocas personas que aún no sepan a qué nos estamos refiriendo les diré que el manspreading es el despatarre o la invasión masculina del espacio en el transporte público. Antes de que el Ayuntamiento de Madrid sacara este fenómeno a la palestra, la CUP de Terrasa ya había hecho referencia a esta práctica el pasado mes de abril. La CUP argumentaba que con la práctica del manspreading se invade el espacio vital de otras personas, habitualmente mujeres, en una muestra de machismo y microagresión que puede incomodar a quien lo tiene que sufrir.
Todxs sabemos a qué nos estamos refiriendo, pero hasta hace poco no se había hecho alusión a esta práctica, simplemente la habíamos aceptado como normal, había pasado a ser otro comportamiento machista cotidiano con el que las mujeres convivimos sin más.
¿Que te toca un compañero de viaje que ocupa su asiento y parte del tuyo con sus piernas? Pues ya las cruzas tú para ocupar menos espacio y así no tener que ir en el viaje con sus piernas pegadas a las tuyas. Porque él parece no haberse dado cuenta (y es así ya que, si no lo ves como un problema, no te percatas de ello) y no hace el amago de recolocarse y cerrar un poco las piernas. ¡Para qué! si ir despatarrado es lo normal.
El manspreading no ha escapado a la polémica. Muchas personas opinan que esta práctica no proviene del machismo sino de la mala educación. Y tienen razón: de la educación machista.
Porque el machismo es eso, mala educación. Y lo que se critica es que esta práctica es resultado de la sociedad patriarcal, es un síntoma de ella, de su hegemonía y eso es lo que se pretende cambiar y para ello hay que ponerlo de manifiesto porque lo que no se nombra, no existe.
No estamos diciendo que el manspreading sólo afecte a las mujeres ya que un hombre puede sentarse al lado de otro hombre que se despatarre invadiendo su espacio y su asiento, sino que esta práctica es realizada generalmente por los hombres (habrá mujeres que no entren en esta norma de género al igual que habrá hombres que no realicen manspreading) y esto no es por casualidad, sino porque desde la educación (machista) que han/hemos recibido se ha enseñado a los hombres a ocupar el espacio, a hacerlo propio y a las mujeres a ocupar el mínimo, a no estorbar.
Pero la iniciativa de #MadridSinManspreading no es pionera. En muchas capitales europeas estas campañas de sensibilización sobre el manspreading ya llevan años existiendo. Es la única vía para terminar con este micromachismo, hacerlo visible y crear conciencia sobre ello.
Beatriz Galindo Navarro
Psicóloga de Generando Igualdad.