Esta semana se le ha concedido el Premio de la Concordia Príncipe de Asturias a Caddy Adzuba, periodista y activista que trabaja por erradicar la violencia contra la mujer en su país, la República Democrática del Congo, donde las mujeres son sistemáticamente violadas, esclavizadas sexualmente y despojadas de toda dignidad y honor.
Pinchando en la imagen puedes acceder al discurso íntegro
Asimismo, he podido leer en el periódico cómo una joven iraní, Reyhaneh Jabbari, fue ahorcada el sábado 25 de octubre.
Irán ahorca a mujer que mató a presunto violador.
Estos dos hechos deberían hacernos pensar en la situación de violencia que viven miles de mujeres fuera de nuestras fronteras, qué medidas se llevan a cabo por parte de sus gobiernos con el fin de erradicar la misma y castigar a los autores de estas atrocidades y, sobre todo, qué medidas de presión adoptan al respecto los llamados países desarrollados.
La realidad es que cuando ocurren este tipo de hechos, un gran número de países aparecen en los diferentes medios de comunicación censurando estas actuaciones pero, a la hora de la verdad, ninguno o casi ninguno quiere poner en peligro sus relaciones comerciales por defender los derechos y dignidad de las mujeres.
Y me pregunto, cuántas de las personas que han escuchado o leído estas dos noticias, realmente se han parado a pensar o imaginar lo insufrible de la situación; o si, por el contrario, se han limitado a pasar por encima como una curiosidad más, pensando en el retraso en que se encuentran estos países y en que nada se puede hacer para evitar ese tipo de situaciones.
¿Seríamos capaces cualquiera de nosotras de sobrevivir en estas condiciones?
E. Castillo
Abogada de Generando Igualdad