Recientemente se celebraba el Día Internacional contra la violencia de género y en los medios de comunicación se hacía hincapié en los asesinatos cometidos y en el número de denuncias que se habían producido en este año. Que se informe públicamente sobre esta lacra social es algo positivo ya que se visibiliza, pero echamos de menos que se hable de por qué se produce esta realidad.
En esta entrada nos vamos a centrar en uno de los motivos: las creencias machistas que nos envuelven día a día y que no conseguimos detectar fácilmente. Se denominan “micromachismos”. Suceden a diario, pero forman parte de nuestra cultura y no son conductas violentas aparentemente, por lo que los normalizamos y los pasamos por alto. Pensar que no tienen importancia es obviar que este tipo de creencias son la base de los argumentos que los maltratadores utilizan para justificarse.
Vamos a poner tres ejemplos:
Estos ejemplos son casos reales que han ocurrido recientemente. Imaginaos cuántas de estas situaciones se producen en un solo día en nuestro entorno (televisión, publicidad, trabajo, familia….). Todas estas creencias van calando en nuestra forma de entender las relaciones y modelan lo que se espera de nosotros en función de nuestro género.
La pregunta importante es… ¿cómo reacciono yo? En general, las mujeres se callan (a ellas se les suele educar en la pasividad y complacencia) y los hombres forman parte activa de estas situaciones o se callan (no se les suele educar en darse cuenta de la discriminación que suponen).
De esta manera, la indiferencia hace que estas actitudes se perpetúen y tomen forma. ¿Y si cambiamos esta realidad?
¿Y si formamos parte activa en hacer que se respeten los derechos de las personas? ¿Y si reaccionásemos ante las situaciones anteriores? por ejemplo, de esta manera:
Si todas y todos dejamos de reír “las gracias”, si ponemos límites, si exigimos respeto,…estaremos rompiendo las creencias que sostienen la violencia de género, ¿te sumas a este reto?